El diagnóstico de una hernia generalmente se basa en un examen físico realizado por un médico. El médico puede palpar el área afectada para detectar un bulto o protuberancia y hacer que el paciente realice ciertos movimientos, como toser, para observar si la hernia se hace más visible. En algunos casos, se pueden realizar pruebas de imagen, como ecografías o tomografías computarizadas (TC), para evaluar mejor la hernia y sus características.
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