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La apendicitis es una inflamación del apéndice, una pequeña bolsa en forma de dedo ubicada en el lado derecho del abdomen, cerca del colon. Cuando el apéndice se inflama, puede causar dolor abdominal intenso y es considerado una urgencia médica. Si no se trata a tiempo, el apéndice puede romperse, lo que puede provocar una infección grave en el abdomen (peritonitis).

Los síntomas de la peritonitis suelen aparecer de forma rápida e incluyen: 

Dolor abdominal intenso y difuso. 

Rigidez en el abdomen. 

Náuseas y vómitos. 

Fiebre alta. 

Pérdida de apetito. 

Respiración rápida y superficial. 

Hinchazón abdominal. 

Estreñimiento o incapacidad para pasar gas. 

Las principales causas de peritonitis incluyen: 

Perforación del intestino o del estómago (por ejemplo, debido a una úlcera o apendicitis). 

Infecciones bacterianas: Como las que ocurren después de una cirugía abdominal o debido a infecciones abdominales como la diverticulitis. 

Enfermedades inflamatorias intestinales 

La peritonitis es una inflamación del peritoneo, que es la membrana que recubre el interior del abdomen y cubre la mayoría de los órganos abdominales. Generalmente es causada por una infección, que puede ser consecuencia de una perforación en el intestino, apendicitis, úlceras estomacales o una infección abdominal.
El diagnóstico de una hernia generalmente se basa en un examen físico realizado por un médico. El médico puede palpar el área afectada para detectar un bulto o protuberancia y hacer que el paciente realice ciertos movimientos, como toser, para observar si la hernia se hace más visible. En algunos casos, se pueden realizar pruebas de imagen, como ecografías o tomografías computarizadas (TC), para evaluar mejor la hernia y sus características.

Las hernias pueden ser causadas por una combinación de factores, que incluyen: 

Debilidad muscular congénita: Algunas personas nacen con una debilidad en la pared abdominal, lo que aumenta el riesgo de hernias. 

Esfuerzos repetidos: Levantar objetos pesados o realizar actividades que aumenten la presión en el abdomen, como la tos crónica o el estreñimiento, puede causar hernias. 

Obesidad: El exceso de peso aumenta la presión sobre las paredes abdominales, favoreciendo la aparición de hernias. 

Edad avanzada: Con el tiempo, los músculos y tejidos pueden debilitarse, lo que facilita el desarrollo de hernias. 

Embarazo: El aumento de la presión abdominal durante el embarazo puede predisponer a las mujeres a desarrollar hernias. 

Los síntomas de una hernia pueden variar según su tipo y ubicación, pero los más comunes incluyen: 

Un bulto visible o una protuberancia en la zona afectada, como el abdomen o la ingle. 

Dolor o incomodidad, especialmente al levantar objetos pesados, toser o realizar esfuerzos. 

Sensación de presión en la zona afectada. 

En algunos casos, puede haber ardor, dolor o distensión abdominal. 

Si la hernia se vuelve más dolorosa o el bulto se vuelve irreductible (no se puede empujar hacia adentro), esto podría indicar una complicación y debe buscarse atención médica inmediata. 

Una hernia ocurre cuando una parte de un órgano o tejido se desplaza fuera de su posición normal a través de una abertura o debilidad en la pared muscular o tejido que lo rodea. Las hernias más comunes son las de la pared abdominal, donde una parte del intestino o tejido graso puede sobresalir a través de la piel o los músculos. Hay varios tipos de hernias, incluyendo la hernia inguinal, umbilical y hiatal.
No demores; busca atención médica de inmediato ante síntomas preocupantes. 
La causa exacta no siempre está clara, pero puede involucrar una obstrucción del apéndice debido a heces, tejido linfático inflamado o crecimiento de bacterias.