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Consumir cigarrillo convencional o utilizar dispositivos que contienen nicotina como los sistemas electrónicos con nicotina SEAN, genera respuestas físicas en nuestro organismo, cambios en el comportamiento e incluso, son la puerta de entrada al consumo de otros tipos de sustancias psicoactivas. A continuación, encontrarás algunos aspectos que debes conocer sobre la adicción que la nicotina desencadena y las enfermedades crónicas que la evidencia científica ha relacionado con el consumo de sustancias derivadas del tabaco de los cigarrillos convencionales o sistemas electrónicos como los SEAN.
Adicción a la nicotina
La nicotina es la sustancia química del tabaco responsable de la adicción. Puede ser tan adictiva como la morfina, el alcohol y la cocaína. Se absorbe rápidamente al ser inhalada y llega al cerebro en unos 10 segundos, lo cual explica su alto poder ADICTIVO. Cuando la nicotina ingresa en los pulmones, al fumar o “vapear”, pasa a la sangre y llega al cerebro, alcanzando su nivel máximo en segundos posterior a la inhalación. Sin embargo, La sensación gratificante que produce la nicotina en forma aguda se disipa con rapidez e impulsa a la persona a seguir consumiendo más cigarrillos o vapeando más nicotina y así, mantener los efectos placenteros y evitar los síntomas desagradables de su ausencia, lo cual también es llamado “síndrome de la abstinencia”.
El “síndrome de abstinencia” se produce como resultado de la dependencia del organismo a la presencia de una droga o sustancia psicoactiva, en este caso la nicotina. Cuando la persona experimenta la falta de nicotina por un largo período, comienza a sentir irritabilidad, ansiedad, deseo inaplazable de fumar o “vapear”, depresión, dificultad en la concentración o en la atención, trastornos de sueño y aumento del apetito. Estos síntomas de abstinencia pueden comenzar a las pocas horas de haber fumado el último cigarrillo o “vapeado” e impulsan a la persona a volver rápidamente a fumar o vapear.
¿Qué pasa en su cuerpo después de apagar tu último cigarrillo?
8 horas después de apagar el último cigarrillo, la persona ha eliminado el exceso de monóxido de carbono de los pulmones, mejorando el aporte de oxígeno a todos los tejidos del cuerpo.
5 días después de apagar el último cigarrillo, casi toda la nicotina ha salido del cuerpo.
1 semana después de apagar el último cigarrillo, se empieza a mejorar el sentido del olfato y del gusto.
3 meses después de apagar el último cigarrillo, la función pulmonar mejora un 30%, disminuye la tos y la sensación de ahogo.
1 año después de apagar el último cigarrillo, el riesgo a enfermedades cardiacas se ha reducido a la mitad.
5 años después de apagar el último cigarrillo, el riesgo de padecer infarto se ha reducido drásticamente.
5 años después de apagar el último cigarrillo, el riesgo de enfermedad cerebrovascular es igual al de un no fumador.
10 años después de apagar el último cigarrillo, el riesgo de cáncer de pulmón disminuye en un 50%, también disminuye la posibilidad de cáncer de boca, garganta, esófago, vejiga y páncreas.
Después de 15 años sin fumar, se reduce a la mitad la posibilidad de tener cáncer de pulmón. El riesgo cardiovascular se reduce a estar igual al de una persona que nunca ha fumado.
Después de 20 años sin fumar, se reduce el riesgo de cánceres como los de vejiga, riñón, se reduce, igual como el de personas que nunca han fumado. El cáncer de cuello de útero en las mujeres, se reduce a la mitad.
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