Hablemos del cigarrillo electrónico

La industria tabacalera ha innovado los formatos en los que pone a disposición el consumo de tabaco, cada vez con modalidades más llamativas y sofisticadas, junto a movimientos sociales y campañas que movilizan comportamientos en las personas, para incentivar el consumo en poblaciones  jóvenes y vulnerables. Por lo tanto, es importante el conocimiento de este tipo de dispositivos para poder mitigar el acceso y la desinformación que existe frente a la capacidad de daño que pueden generar.

 

¿Conoces el cigarrillo electrónico?

 

Estos dispositivos, han venido incorporándose poco a poco en el mercado y en los elementos de consumo de jóvenes y adultos, no es una solución real, para disminuir el consumo nicotina ni para dejar de fumar.

 

Es un dispositivo electrónico para suministrar nicotina, este calienta una solución líquida para crear un aerosol o vapor, el cual es inhalado por los usuarios.

 

Su diseño imita a los productos de tabaco (cigarrillos, puros y pipas), así́ como a los artilugios comunes como linternas, unidades de memoria (USB) o bolígrafos. Apareció en 2003, patentado por Hon- Lik de la empresa china Ruyan. En 2005; Ruyan, empezó a exportar sus vaporizadores a otros países y en el 2007, ingresa en el mercado estadounidense.

 

Los objetivos de su invención se sustentaban en la reducción de la tasa de mortalidad asociada con el tabaquismo tradicional, ayudar a los fumadores a dejar de fumar y reducir el costo de los cigarrillos convencionales. Hoy se sabe que ninguna de estas premisas cumplió su función y que por el contrario, se incrementó la mortalidad en jóvenes por enfermedades pulmonares agudas, que sus componentes están asociados a enfermedades pulmonares graves, que al consumirlos se tiene al menos el doble de probabilidad de terminar fumando cigarrillos convencionales más adelante, y que finalmente, a nivel mundial, se ha limitado el uso como estrategia para dejar de fumar.  

 

También se sabe que la nicotina, presente en estos dispositivos es un componente altamente adictivo, con la capacidad de generar serios daños en el cerebro de los niños(as) y adolescentes, ya que el cerebro es más vulnerable que el de los adultos. Dentro de estas afectaciones se encuentra un menor control de los impulsos de consumo, afectaciones emocionales y del estado de ánimo junto a la generación de deficiencias de las habilidades cognitivas. Por otro lado, muchos padres desconocen la apariencia de estos dispositivos y la ausencia de olores característicos, pueden omitir el control y acceso de estos en sus hijos.  

 

Infortunadamente, en este momento, se carece de políticas públicas e información que puedan mitigar de manera más contundente los efectos que ocasionan este tipo de dispositivos en la salud de las personas.

 

Los componentes identificados en el cigarrillo electrónico son:
 

 Formaldehido: sustancia química de uso industrial reconocida como carcinógena.

 

 Propilenglicol: sustancia utilizada para producir niebla escénica, la cual aumenta la irritación pulmonar y de las vías aéreas.

 

 Alcohol Bencílico: Utilizado en jabones y productos de limpieza

 

 Dimetil éter: sustancia inflamable que se usa para quemar verrugas.

 

 VOC (compuestos Orgánicos volátiles): causantes de daño al hígado, riñón y sistema nervioso.

 

 Diacetilo: químico presente en los saborizantes y que ocasiona enfermedad pulmonar grave.

 

 Nicotina: Altamente adictiva y asociada a cáncer, enfermedades cardíacas y problemas de salud mental.

 

 Glicerina: produce neumonía lipoide, enfermedad pulmonar intersticial. En animales se ha descrito metaplasia escamosa simple de vías aéreas respiratorias.

 

Partículas ultrafinas: metales pesados, formaldehido, acetaldehído, butilaldehido, acroleína, acetona, benceno, tolueno, etilbenceno, xileno, hidrocarbonos, fenoles. Estas partículas se asocian a mayor riesgo de enfermedad coronaria, cáncer de pulmón y asma.

 

 

¿Por qué es necesario, alertar sobre su uso en jóvenes?

 

En el 2011 se triplicó el uso en comparación con el consumo de cigarrillo y en el 2014 sobrepasó al uso de cigarrillo convencional.

 

En el 2016 un estudio reportó que el 16% de los jóvenes que han usado cigarrillo electrónico alguna vez en la vida. Su uso es mayor: por curiosidad, sabor, baja percepción de daño comparado con otros productos de tabaco.

 

En los jóvenes se aumenta a tres veces más el riesgo de fumar cigarrillo convencional u otras sustancias psicoactivas.

 

En Colombia no se tiene aún una legislación clara sobre su comercialización, lo cual está facilitando la aplicación de diversas estrategias de mercadeo del producto las cuales enfatizan su acción en población vulnerable.

 

En algunos colegios de la ciudad de Bogotá́ de acuerdo con una investigación realizada por la Corporación Nuevos Rumbos, “3 de cada 10 estudiantes, son usuarios frecuentes de estos dispositivos”.

 

En el 2019 se reportó una epidemia Illinois y Wisconsin, en donde inicialmente se presentaron 58 casos de lo que se denominó ENFERMEDAD PULMONAR ASOCIADA AL USO DE E-CIGARRILLO (EVALI); el 5 de noviembre del mismo año se reportó un total de 2.051 casos y 39 muertes a los Centers for Disease Control and Prevention.

 

En conclusión, Los cigarrillos electrónicos, tienen otra apariencia, pero siguen haciendo daño, los efectos descritos en la literatura médica incluyen que irritan las vías respiratorias, afectan la memoria, causan neumonía y asma y aumentan la presión sanguínea y el ritmo cardiaco. Su consumo incrementa tres veces más el riego de fumar cigarrillos convencionales e incluso de otras sustancias psicoactivas.