Artrosis
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La artrosis, también conocida como osteoartritis, es una enfermedad crónica de las articulaciones que provoca el desgaste del cartílago articular. Afecta principalmente a las rodillas, caderas, hombros y manos, generando dolor articular, inflamación, rigidez y dificultad para moverse.
Síntomas
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Es importante destacar que los síntomas de la artrosis pueden variar de una persona a otra y pueden depender de la ubicación y la gravedad de las articulaciones afectadas.
Tipos
Artrosis de Rodilla
La artrosis de rodilla es la forma más común. Provoca dolor al caminar, rigidez, inflamación y sensación de inestabilidad. Factores como la edad avanzada, obesidad y lesiones previas aumentan el riesgo.
Diagnóstico: Examen físico, radiografía, y en algunos casos, resonancia magnética.
Tratamiento:
- Medicamentos analgésicos y antiinflamatorios
- Fisioterapia
- Cirugía de reemplazo de rodilla en casos graves.
Artrosis de Cadera
La artrosis de cadera genera dolor en la ingle, rigidez y limitación al caminar o levantarse. Afecta más a mujeres postmenopáusicas.
Factores de riesgo: Edad, obesidad, traumatismos, displasia de cadera.
Diagnóstico y tratamiento similares a la artrosis de rodilla, con opción de reemplazo de cadera en etapas avanzadas.
Artrosis de Hombro
La artrosis de hombro causa pérdida de movilidad, dolor progresivo y crujidos articulares. Afecta a personas mayores de 50 años.
Factores de riesgo: Fracturas, luxaciones, necrosis avascular, ruptura del manguito rotador.
Tratamiento:
- Fisioterapia
- Infiltraciones
- Cirugía de reemplazo articular del hombro en casos severos.
Otras Formas de Artrosis
Puede afectar manos, columna vertebral, y pies, con síntomas similares. El abordaje es multidisciplinario con fármacos, rehabilitación y eventualmente cirugía.
Etapas de la Artrosis
Etapa Inicial
- Síntomas leves
- Molestias ocasionales y rigidez matutina.
Etapa Moderada
- Dolor frecuente, espacio articular reducido, movilidad limitada.
Etapa Avanzada
- Desgaste severo del cartílago, osteofitos, deformidad articular y dolor constante.
Factores de riesgo
- Edad avanzada
- Obesidad
- Lesiones articulares previas
- Predisposición genética
- Actividades físicas o laborales exigentes
- Género femenino
- Sedentarismo
- Enfermedades subyacentes (como artritis reumatoide, necrosis avascular, displasia de cadera)
Prevención
La prevención de la artrosis es fundamental para reducir el riesgo de desarrollar la enfermedad y prevenir su progresión. Si bien algunos factores de riesgo, como la edad y la predisposición genética, no se pueden modificar, existen medidas que se pueden tomar para proteger las articulaciones y mantenerlas saludables a lo largo del tiempo. Aquí hay algunas estrategias de prevención:
Mantener un Peso Saludable: Mantener un peso corporal dentro del rango saludable puede reducir la carga sobre las articulaciones, especialmente las rodillas, las caderas y la columna vertebral. La pérdida de peso en personas con sobrepeso u obesidad puede ayudar a disminuir el riesgo de desarrollar artrosis y aliviar los síntomas en aquellos que ya la padecen.
Ejercicio Regular: Realizar ejercicio regularmente puede ayudar a fortalecer los músculos alrededor de las articulaciones, mejorar la flexibilidad y mantener la movilidad articular. Se recomienda una combinación de ejercicios de fuerza, aeróbicos y de flexibilidad, adaptados a las necesidades individuales y limitaciones de cada persona.
Evitar Lesiones Articulares: Es importante evitar lesiones traumáticas en las articulaciones, ya que pueden aumentar el riesgo de desarrollar artrosis en el futuro. Para ello, se deben tomar precauciones al realizar actividades físicas, deportivas o laborales que puedan poner en riesgo las articulaciones, como usar equipo de protección adecuado y practicar técnicas seguras.
Adoptar una Postura Correcta: Mantener una postura correcta al estar de pie, sentado o levantando objetos pesados puede ayudar a distribuir la carga de manera uniforme en las articulaciones y prevenir la sobrecarga y el desgaste prematuro del cartílago.
Dieta Balanceada: Seguir una dieta equilibrada y rica en nutrientes puede promover la salud de las articulaciones. Se recomienda una dieta rica en frutas, verduras, granos enteros, proteínas magras y grasas saludables, que pueden ayudar a mantener el cartílago y los tejidos articulares en óptimas condiciones.
Cuidado de las Articulaciones: Tomar medidas para cuidar las articulaciones, como evitar actividades repetitivas que puedan causar desgaste, usar calzado adecuado y realizar ejercicios de calentamiento antes de la actividad física, puede ayudar a proteger las articulaciones y prevenir lesiones.
Diagnóstico / Detección
Historia Clínica: El primer paso en el diagnóstico de la artrosis es una evaluación detallada de la historia clínica del paciente. El médico realizará preguntas sobre los síntomas, la duración y la intensidad del dolor, factores desencadenantes, historial de lesiones articulares previas, antecedentes familiares de artrosis y cualquier otra información relevante.
Examen Físico: Luego, se realiza un examen físico enfocado en las articulaciones afectadas. El médico puede evaluar la amplitud de movimiento, la presencia de inflamación, la estabilidad de las articulaciones y cualquier deformidad evidente. Se presta especial atención a la presencia de sensibilidad, crepitación y cambios en la forma de las articulaciones.
Radiografías: Las radiografías son una herramienta fundamental en el diagnóstico de la artrosis. Permiten visualizar el estado del cartílago, el espacio articular, la presencia de osteofitos (espuelas óseas), cambios en la densidad ósea y la alineación de las articulaciones.
Resonancia Magnética (RM): En algunos casos, el especialista puede recomendar una resonancia magnética para obtener imágenes más detalladas de las articulaciones afectadas. La RM es útil para evaluar el cartílago, los ligamentos, los tendones y otros tejidos blandos alrededor de la articulación. La RM puede ser necesaria en algunos casos, para confirmar el diagnóstico y evaluar la gravedad de la artrosis en casos más complejos.
Detección Temprana
La detección temprana permite intervenir antes de que la enfermedad cause daños significativos en las articulaciones, lo que puede mejorar el pronóstico a largo plazo y reducir la necesidad de tratamientos más invasivos en etapas avanzadas. Además, un diagnóstico precoz brinda la oportunidad de implementar estrategias de manejo adecuadas, como cambios en el estilo de vida, fisioterapia, medicamentos para el dolor y terapias conservadoras, que pueden ayudar a controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida del paciente. Algunas de las prácticas recomendadas para la detección temprana son:
Evaluaciones Médicas Regulares: Fomento de la realización de chequeos médicos periódicos, especialmente en personas con factores de riesgo conocidos, para detectar y tratar la artrosis en sus etapas iniciales.
Promoción de la Actividad Física: Incentivo a la práctica regular de ejercicio físico adecuado para fortalecer los músculos y mejorar la movilidad articular, lo que puede ayudar a prevenir la aparición o progresión de la artrosis.
Tratamiento
El tratamiento de la artrosis tiene como objetivo principal aliviar el dolor, mejorar la función articular y reducir la progresión de la enfermedad. Se utiliza un enfoque multidisciplinario que puede incluir:
Medicamentos:
Analgésicos y antiinflamatorios no esteroides (AINEs): Ayudan a reducir el dolor y la inflamación asociados con la artrosis. Se pueden usar en forma de pastillas, cremas o geles tópicos.
Inyecciones intraarticulares: Los corticosteroides pueden administrarse directamente en la articulación afectada para proporcionar alivio temporal del dolor y la inflamación. Deben ser realizadas siempre por un especialista.
Fisioterapia y Ejercicio:
La fisioterapia puede ayudar a fortalecer los músculos alrededor de la articulación afectada, mejorar la movilidad y reducir el dolor.
Los ejercicios de bajo impacto, como la natación, el ciclismo y el yoga, pueden ayudar a mantener la flexibilidad y fortalecer los músculos sin ejercer demasiada presión sobre las articulaciones.
Dispositivos de Asistencia: El uso de dispositivos de soporte como rodilleras, férulas, bastones o ortesis puede ayudar a aliviar la presión sobre las articulaciones afectadas y mejorar la función articular.
Pérdida de Peso: Para pacientes con sobrepeso u obesidad, la pérdida de peso puede reducir la carga sobre las articulaciones afectadas, aliviando así el dolor y la inflamación.
Terapias Alternativas: Terapias alternativas como la acupuntura, la terapia con frío o calor, y la magnetoterapia pueden proporcionar alivio adicional del dolor para algunos pacientes. Estas terapias siempre deben ser guiadas por un especialista en este tipo de terapias.
Cabe aclarar que los tratamientos previamente enlistados ayudarán a mejorar el dolor y la movilidad articular, pero no detendrán la progresión de la enfermedad dada por la pérdida de cartílago (el cual una vez inicia, no se regenera) y el desgaste articular.
Cirugía: En casos avanzados de artrosis en donde el dolor articular es insoportable y afecta notablemente la calidad de vida, la cirugía puede ser necesaria. Las opciones quirúrgicas incluyen artroscopia para limpiar el tejido dañado, osteotomía para cambiar la alineación de la articulación, o cirugía de reemplazo articular (artroplastia) para reemplazar la articulación dañada con una prótesis artificial.
¿Cómo lo tratamos en la Fundación Santa Fe de Bogotá?
Médico General o Médico de Familia: El médico general es el primer punto de contacto para muchos pacientes con artrosis. Se encarga de realizar el diagnóstico inicial, evaluar los síntomas y derivar al paciente a especialistas según sea necesario. Además, brinda orientación sobre el manejo de la enfermedad y coordina el cuidado continuo del paciente.
Reumatólogo: Los reumatólogos son especialistas en el diagnóstico y tratamiento de enfermedades musculoesqueléticas, incluida la artrosis. Proporcionan evaluación especializada, manejo médico y seguimiento de pacientes con artrosis, especialmente en casos más complejos o en etapas avanzadas de la enfermedad.
Fisioterapeuta: Los fisioterapeutas desempeñan un papel fundamental en el tratamiento de la artrosis al proporcionar programas de ejercicios específicos para fortalecer los músculos alrededor de las articulaciones afectadas, mejorar la movilidad y reducir el dolor. También pueden utilizar técnicas de terapia manual y modalidades físicas para mejorar la función articular y reducir la rigidez.
Ortopedista: Los ortopedistas son especialistas en el tratamiento quirúrgico de las enfermedades y lesiones del sistema musculoesquelético, incluida la artrosis. En casos avanzados de artrosis que no responden a otras formas de tratamiento, pueden realizar cirugías como artroplastia (reemplazo articular), osteotomía o artroscopia para restaurar la función articular y aliviar el dolor.
Nutricionista: Los nutricionistas pueden desempeñar un papel importante en el manejo de la artrosis al proporcionar orientación sobre la alimentación saludable y la pérdida de peso en pacientes con sobrepeso u obesidad. Una dieta equilibrada y adecuada puede ayudar a reducir la carga sobre las articulaciones y mejorar los síntomas de la artrosis.
Psicólogo o Trabajador Social: Los psicólogos o trabajadores sociales pueden proporcionar apoyo emocional y psicológico a los pacientes con artrosis, especialmente aquellos que experimentan estrés, ansiedad o depresión relacionados con la enfermedad. También pueden ofrecer recursos y estrategias para mejorar la calidad de vida y afrontar los desafíos asociados con la artrosis.
El tratamiento integral de la artrosis a menudo requiere la colaboración y coordinación de múltiples especialistas para abordar los diversos aspectos de la enfermedad y las necesidades individuales del paciente. Al trabajar en equipo, estos profesionales de la salud pueden proporcionar un enfoque completo y personalizado que mejore la calidad de vida y el bienestar de los pacientes con artrosis.

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