Cirrosis Hepática
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La cirrosis hepática es una enfermedad crónica e irreversible del hígado que se caracteriza por la formación de cicatrices (fibrosis), que reemplazan progresivamente las células normales. Esto genera problemas hepáticos, aumenta la rigidez del órgano y altera sus funciones vitales.
Síntomas
La cirrosis hepática puede desarrollarse durante años sin síntomas evidentes. Sin embargo, con el avance del daño hepático, aparecen signos como:
1. Hinchazón Abdominal (Ascitis)
Una acumulación de líquido que causa inflamación en el abdomen, signo común de etapa de cirrosis descompensada.
2. Ictericia
Coloración amarilla de la piel y los ojos por acumulación de bilirrubina. Puede estar relacionada con síntomas de la inflamación del hígado.
3. Cambios en el Color de Heces y Orina
Afectaciones en la bilis causan orina oscura y heces claras, síntomas clásicos de problemas hepáticos.
4. Picazón en la Piel (Prurito)
Puede estar asociada con hígado graso síntomas en la piel o acumulación de toxinas por insuficiencia hepática.
5. Confusión Mental (Encefalopatía Hepática)
Una complicación neurológica grave. La encefalopatía hepática y su pronóstico de vida dependen del tratamiento temprano.
6. Sangrado Digestivo (Hemorragia Gastrointestinal)
Frecuente en etapa de cirrosis avanzada por varices esofágicas. Provoca vómito con sangre o deposiciones negras, y puede deberse a problema con el hígado.
Tipos
¿Por qué da la cirrosis? Existen múltiples causas de cirrosis hepática, entre ellas:
Consumo excesivo de alcohol: uno de los principales factores de riesgo.
Hígado graso: especialmente en pacientes con sobrepeso, diabetes o sedentarismo.
Hepatitis B y C crónicas.
Enfermedades autoinmunes: como hepatitis autoinmune o colangitis esclerosante.
Enfermedades hereditarias: como hemocromatosis o enfermedad de Wilson.
Fármacos tóxicos para el hígado: generan fibrosis y, a largo plazo, cirrosis hepática.
Estas condiciones están dentro de las enfermedades y síntomas del hígado más relevantes.
Prevención
Evitar el alcohol, mantener un peso saludable, vacunarse contra la hepatitis B, y no automedicarse son claves para prevenir problemas hepáticos y síntomas de hígado dañado.
Diagnóstico / Detección
El diagnóstico de la cirrosis hepática implica una combinación de evaluación clínica, pruebas de laboratorio, estudios de imágenes y en algunos casos, biopsia hepática. Identificar la cirrosis hepática de manera temprana es crucial para iniciar un tratamiento adecuado y prevenir complicaciones graves. A continuación, se describen brevemente los métodos utilizados en el diagnóstico de esta enfermedad:
1. Evaluación Clínica:
El médico llevará a cabo una evaluación exhaustiva de los síntomas y antecedentes médicos del paciente. Se prestará especial atención a los factores de riesgo de cirrosis hepática, como historia familiar, consumo problemático de alcohol, antecedentes de hepatitis virales o conductas de riesgo, obesidad, sedentarismo y diabetes. Además, se realizará un examen físico para buscar signos de cirrosis hepática, como ictericia, hinchazón abdominal y cambios en el tamaño del hígado y el bazo.
2. Pruebas de Laboratorio:
Se pueden realizar varias pruebas de laboratorio para evaluar la función hepática y buscar marcadores de cirrosis. Esto incluye análisis de sangre para medir niveles de enzimas hepáticas como las transaminasas, la fosfatasa alcalina y la bilirrubina. Existen otros exámenes que miden el funcionamiento del hígado como la albumina y la coagulación. Es importante además realizar estudios para evaluar que ocasiono la cirrosis como por ejemplo exposición a hepatitis virales, enfermedades autoinmunes o enfermedades de depósito.
3. Estudios de Imágenes:
Las pruebas de imágenes como la ecografía abdominal, la tomografía computarizada (TC) y la resonancia magnética (RM) pueden ayudar a evaluar la morfología y la estructura del hígado, así como a detectar cambios hepáticos que indiquen cirrosis como disminución del tamaño hepático con lobulación de sus contornos, agradamiento del bazo o presencia de líquido abdominal (ascitis)
4. Elastografía Hepática:
La elastografía hepática es una técnica no invasiva que se utiliza para evaluar la dureza del hígado, a medida que la fibrosis hepática avanza el hígado se va volviendo más duro y pequeño por lo cual va a mostrarnos valores más elevados de dureza hepática. Otra ventaja de este estudio que es nos permite evaluar el porcentaje de grasa en caso de asociarse a enfermedad grasa hepática.
5. Biopsia Hepática:
En algunos casos, puede ser necesaria una biopsia hepática para confirmar el diagnóstico de cirrosis hepática y evaluar la gravedad del daño hepático. Durante este procedimiento, se obtiene una pequeña muestra de tejido hepático para su análisis microscópico. La biopsia hepática también puede ayudar en algunos casos a identificar la causa subyacente de la cirrosis.
Etapas
La cirrosis hepática es una enfermedad progresiva del hígado que se desarrolla con el tiempo, pasando por diferentes etapas según avanza el daño hepático. Identificar la etapa de la cirrosis hepática es importante para guiar el tratamiento y prevenir complicaciones graves. A continuación, se describen brevemente las principales etapas de la cirrosis hepática:
1. Etapa inicial o compensada
En esta etapa inicial, el hígado aún puede realizar muchas de sus funciones vitales a pesar del daño y la formación de cicatrices. Los pacientes pueden no experimentar síntomas significativos y es posible que los resultados de las pruebas de función hepática aún estén dentro de los límites normales. Sin embargo, se pueden observar cambios en las pruebas de imagen, como hígado disminuido de tamaño y presencia de dilataciones venosas esofágicas (varices esofágicas).
2. Etapa de Descompensación:
Con el tiempo, el hígado comienza a tener dificultades para realizar sus funciones normales. En esta etapa de descompensación, los pacientes pueden experimentar síntomas más pronunciados, como ascitis (acumulación de líquido en la cavidad abdominal), ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos), encefalopatía hepática (confusión mental) y hemorragias gastrointestinales. También es evidente la alteración en las pruebas de función hepática como elevación de las enzimas del hígado, con aumento de la bilirrubina, prolongación de los tiempos de coagulación, disminución en el número de plaquetas y albumina sérica. En esta etapa el paciente debe ser evaluado en un centro de trasplante hepático.
La detección temprana de la cirrosis hepática es crucial para un tratamiento efectivo y mejores resultados. Se recomienda realizar pruebas de función hepática de manera regular, especialmente si se tienen factores de riesgo como el consumo excesivo de alcohol, diabetes o antecedentes de hepatitis viral.
¿Si tengo cirrosis tengo más probabilidad de presentar un cáncer de hígado?
Si, el desarrollo de cicatrices a nivel hepático permite el crecimiento desordenado de células que favorece la aparición de nódulos en el hígado que se pueden volver malignos, es por esto que de forma regular se deben realizar imágenes y pruebas de laboratorios para detectar de forma temprana lesiones o masas hepáticas que tengan características preocupantes.
Tratamiento
El tratamiento de la cirrosis hepática se enfoca en tratar la causa subyacente de la enfermedad. controlar los síntomas y prevenir complicaciones.
1. Tratamiento de las Causas Subyacentes:
• Alcoholismo: Para los pacientes con cirrosis hepática causada por el consumo problemático de alcohol, el tratamiento principal es la abstinencia de alcohol. Esto puede requerir el apoyo de programas de rehabilitación y psiquiatría para ayudar al paciente a superar la adicción.
• Hepatitis Viral: En el caso de cirrosis causada por infección por virus de la hepatitis B o C, el tratamiento incluye medicamentos antivirales específicos que ayudan a suprimir la replicación del virus y a reducir el daño hepático.
• Para aquellos pacientes cuya cirrosis está relacionada con enfermedad hepática grasa metabólica el manejo inicial está enfocado en el control de factores de riesgo metabólicos como la obesidad, la diabetes, dislipidemia y el sedentarismo, esto a través de medicamentos en caso de ser necesario y cambios en el estilo de vida con una dieta saludable y actividad física de forma regular.
• En el caso de enfermedades autoinmunes el inicio de medicamentos que disminuyan el daño producido por anticuerpos y la eliminación de bilis puede aumentar la sobrevida libre de trasplante. En caso de enfermedades por deposito como la hemocromatosis se puede iniciar según el nivel de ferritina sérica flebotomías (extracción de sangre de forma controlada y regular) y en caso de enfermedad de Wilson se pueden iniciar medicamentos que permitan una mayor eliminación de urinaria de cobre, disminuyendo de esta manera el daño producido por estas sustancias.
2. Manejo de Complicaciones:
• Ascitis: La acumulación de líquido en la cavidad abdominal (ascitis) se trata con diuréticos que permiten una mayor eliminación urinaria de agua y restricción de sodio en la dieta. En casos graves, puede ser necesario drenar de forma percutánea liquido ascítico del abdomen para aliviar la presión (paracentesis)
• Encefalopatía Hepática: Se utilizan medicamentos para reducir la acumulación de toxinas en el cerebro y mejorar la función cognitiva. Además, se pueden recomendar cambios en la dieta para reducir la carga de amonio en el cuerpo.
• Varices Esofágicas: Para prevenir el sangrado asociado a varices esofágicas o gástricas, se pueden iniciar medicamentos para reducir la presión en las venas o realizar procedimientos endoscópicos como la ligadura con bandas o la inyección de sustancias esclerosantes.
3. Trasplante de Hígado: En casos avanzados de cirrosis hepática, cuando el daño hepático progresa rápidamente con compromiso severo de su función y complicaciones que no se pueden controlar a pesar de un manejo adecuado; está indicado el trasplante hepático. Sin embargo, no todos los pacientes pueden recibir un trasplante de hígado, es importante realizar una evaluación muy minuciosa en un centro de trasplante para evaluar si esta es la mejor opción para el paciente. El trasplante de hígado implica reemplazar el hígado dañado por uno sano de un donante fallecido o, en algunos casos, de un donante vivo. Este procedimiento es curativo y mejora de forma significativa la calidad de vida y la supervivencia en pacientes seleccionados.
4. Cuidados de Soporte:
• Además de los tratamientos específicos, los pacientes con cirrosis hepática pueden requerir cuidados de apoyo para manejo de los síntomas y mejorar la calidad de vida. Esto puede incluir suplementos nutricionales, terapia física y ocupacional y apoyo psicológico.
Es importante tener en cuenta que el tratamiento de la cirrosis hepática debe ser individualizado según las necesidades y condiciones de cada paciente. Es fundamental trabajar en estrecha colaboración con un equipo médico multidisciplinario que incluya hepatólogos, gastroenterólogos, cirujanos hepáticos, enfermeras especializadas y otros profesionales de la salud para proporcionar el mejor cuidado posible.
El tratamiento integral de la cirrosis hepática involucra a diversas especialidades médicas, como hepatología, gastroenterología, nutrición, psiquiatría (especialmente para tratar el alcoholismo) y cirugía hepática.

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Dra. Laura Ximena Kattah Martinez

Dr. William Kattah Calderon
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