¿Por qué es importante este tipo de apoyo?
Vivir con una enfermedad respiratoria crónica puede traer momentos de angustia, frustración, miedo o incluso tristeza profunda. No solo afecta al cuerpo, también puede impactar la forma en que ves tu vida, tus relaciones y tus emociones. El apoyo espiritual y psicológico no es un lujo: es una parte esencial del cuidado integral. Ayuda a mantener el equilibrio, a recuperar la motivación y a encontrar herramientas para vivir con sentido a pesar de las dificultades.
¿Qué aporta el acompañamiento psicológico?
Ofrece un espacio seguro para expresar emociones como miedo, ansiedad, enojo o tristeza.
Ayuda a manejar el estrés de los síntomas persistentes como: tos, disnea (dificultad para respirar o falta de aire), dependencia del oxígeno.
Brinda estrategias para aceptar cambios en la rutina o el rol laboral/familiar.
Favorece la toma de decisiones informadas sin culpa o desesperación.
Refuerza la autoestima, el sentido de control y la autonomía personal.
¿Y el apoyo espiritual? ¿Cómo ayuda?
Aporta consuelo en momentos de incertidumbre o miedo.
Refuerza el sentido de propósito y conexión, más allá del cuerpo físico.
Facilita el perdón, la aceptación y la paz interior en etapas difíciles.
Ofrece rituales, oraciones o prácticas que calman, especialmente en las noches o en soledad.
Puede ser brindado desde diferentes creencias, siempre con respeto y sin imponer.
La espiritualidad no es solo religión: es aquello que te conecta contigo mismo, con los demás y con lo que te da sentido.
¿Y qué hay de los cuidadores?
Quien cuida también necesita cuidado. El desgaste emocional, físico y mental del cuidado prolongado puede ser enorme. Muchos cuidadores no se permiten descansar, llorar o pedir ayuda. Por eso, también deben tener espacios donde puedan:
Hablar sin ser juzgados.
Aprender a poner límites sanos.
Entender que no son responsables de todo.
Reencontrar su propia vida mientras acompañan.
Reconectar con su motivación para cuidar sin agotarse.
Cuidar de ti también es una forma de cuidar mejor al otro.
Momentos en los que puede ser clave buscar apoyo
Cuando te sientas desbordado o sin energía emocional.
Si aparece desesperanza o sientes que 'nada tiene sentido'.
Si hay insomnio, llanto frecuente o irritabilidad constante.
Cuando se presentan cambios en tu estado de ánimo que afectan tus decisiones.
Si como cuidador empiezas a sentirte culpable, solo o desconectado.
Formas de recibir este apoyo
Psicólogos especializados en salud o enfermedad crónicas (Condiciones de salud que necesitan un seguimiento médico continuo).
Consejeros espirituales, capellanes o líderes de tu comunidad de fe.
Terapias grupales con otros pacientes o cuidadores.
Talleres de mindfulness (concentración y reducción de ansiedad), escritura terapéutica o relajación.
Espacios de conversación con personas de confianza.
Puedes empezar poco a poco: hablar con tu médico, asistir a una sesión, o incluso escribir lo que sientes. Todo cuenta.
Cierre: cuidarte por dentro también ayuda a respirar mejor
Tus pulmones necesitan aire, pero también calma. Tus pensamientos, tus creencias y tus emociones influyen directamente en cómo respiras, en cómo enfrentas el día a día y en cómo cuidas de otros. No estás solo. Puedes sentirte acompañado, guiado y fortalecido para vivir tu proceso con dignidad, sentido y esperanza.
Cómo afecta la respiración a tus emociones
Cuando tu respiración se vuelve difícil, tu cuerpo entra en un estado de alerta constante. Eso puede hacer que te sientas tenso, con ansiedad o incluso con miedo. Por otro lado, cuando estás angustiado o preocupado, tu respiración también se altera: se vuelve más rápida, superficial o desordenada. Aprender a identificar esta relación y usar la respiración como herramienta de calma a través de técnicas de respiración consciente (inhalar y exhalar de manera lenta y controlada), meditación o ejercicios guiados puede ayudarte a recuperar el equilibrio emocional en momentos de crisis.
Estrategias prácticas para tu día a día emocional
Establece una rutina diaria con momentos de autocuidado, aunque sean pequeños (leer, caminar, rezar, escuchar música, tomar aire lento y profundo).
Lleva un diario donde puedas escribir cómo te sientes, sin filtros ni juicio.
Si tienes un día difícil, no lo escondas. Habla con alguien de confianza o un profesional.
Aprende a identificar lo que te ayuda a calmarte: puede ser respirar profundamente, salir al aire libre o simplemente estar en silencio.
No compares tu proceso con el de otros. Cada persona vive su enfermedad a su ritmo, y eso está bien.
Cómo integrar la espiritualidad en tu cuidado diario
Inicia el día con una intención, oración o afirmación positiva.
Agradece lo que puedas hacer, incluso si es poco: cada paso cuenta.
Crea un pequeño espacio en casa donde puedas estar en calma, hacer algo significativo o meditar.
Participa (presencial o virtualmente) en grupos espirituales que te brinden contención.
Si tu creencia lo permite, pide una visita o llamada de tu guía espiritual cuando lo necesites.
La espiritualidad también puede vivirse en el contacto con la naturaleza, en actos de bondad o en el arte: busca lo que te conecte con lo esencial.
Recursos que puedes explorar por tu cuenta
Aplicaciones de meditación y respiración (ej. Insight Timer, Calm, Headspace).
Audiolibros o podcasts sobre resiliencia, salud emocional y espiritualidad.
Cuentos, poemas o textos breves que te reconforten.
Música instrumental o espiritual que te calme.
Grupos de apoyo virtuales (pueden ser de pacientes respiratorios, cuidadores o acompañamiento espiritual).
Referencia
M. E. Fitchett, G. Emanuel, and T. Handzo, “Providing Spiritual Care to Patients with Respiratory Conditions during the COVID-19 Pandemic,” Annals of the American Thoracic Society, vol. 17, no. 10, pp. 1250–1252, 2020. [Online]. Available: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S088539242030796X
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