Cáncer de Tiroides
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La tiroides, es una pequeña glándula ubicada en la base del cuello, juega un papel fundamental en nuestro organismo. La cual controla el ritmo de nuestro metabolismo, la frecuencia cardiaca, la tensión arterial y hasta la temperatura corporal.
Su función principal es producir dos hormonas esenciales: la tiroxina (T4) y la triyodotironina (T3). Estas hormonas viajan por todo el cuerpo, regulando el funcionamiento de prácticamente todos los órganos y tejidos.
A veces, las células de la tiroides pueden sufrir mutaciones en su ADN, lo que las lleva a crecer y multiplicarse sin control. Esta situación da lugar al cáncer de tiroides, una enfermedad que, afortunadamente, en la mayoría de los casos tiene un buen pronóstico.
Los tumores tiroideos pueden ser benignos (no cancerosos) o malignos (cancerosos). Algunos crecen lentamente, mientras que otros lo hacen de forma más rápida. La buena noticia es que, gracias a los avances tecnológicos, podemos detectar tumores pequeños con gran precisión.
Síntomas
El cáncer de tiroides, a pesar de ser una enfermedad que puede afectar a cualquiera, suele ser silencioso en sus primeras etapas. Puede desarrollarse lentamente, incluso tardando hasta 10 años en manifestar síntomas. Sin embargo, a medida que avanza, pueden aparecer algunas señales que te alerten:
Un bulto (nódulo) en el cuello
Cambios en la voz: Ronquera persistente o dificultad para hablar.
Dificultad para tragar
Hinchazón de los ganglios linfáticos en el cuello o sensación de pequeñas masas en el cuello
Sensación de opresión en el cuello
Dolor en el cuello y la garganta

Tipos
El cáncer de tiroides no es una entidad única, sino un grupo de enfermedades con características y comportamientos distintos. Cada tipo se origina en diferentes células de la glándula y presenta un curso y pronóstico individual.
Los tipos de cáncer de tiroides mas frecuentes son los que se originan en las células responsables de producir y almacenar las hormonas tiroideas. Las células de estos tumores presentan similitudes con las células sanas a nivel microscópico.
Cáncer papilar: Representa alrededor del 80% de los casos. Suele crecer lentamente, afectar a personas entre 30 y 50 años y tener un buen pronóstico. La mayoría de los pacientes se curan con tratamiento, aunque algunos casos poco comunes pueden ser agresivos.
Cáncer folicular: Otro tipo frecuente, generalmente con buen pronóstico, que afecta principalmente a mayores de 50 años. A diferencia del cáncer papilar, las células de este tipo no suelen diseminarse a los ganglios linfáticos del cuello.
Otros tipos de cáncer de tiroides:
Cáncer medular de tiroides: Representa entre el 3% y el 4% de los casos de cáncer de tiroides. Se origina en las células C parafoliculares, encargadas de producir la calcitonina, una hormona que regula los niveles de calcio en la sangre. Se asocia en un 30% a síndromes genéticos hereditarios. Requiere un enfoque terapéutico especializado.
Cáncer anaplásico de tiroides: Es el tipo menos común, pero también el más agresivo y requiere un manejo individualizado. Afecta principalmente a mayores de 60 años y se caracteriza por su rápido crecimiento y capacidad de invadir otras partes del cuerpo. El tratamiento se centra en ralentizar la progresión de la enfermedad.
Cáncer de células de Hurthle
Este tipo poco frecuente se consideraba anteriormente un subtipo de cáncer folicular. Sin embargo, ahora se reconoce como una entidad independiente debido a las características y comportamiento único de sus células cancerosas. Mayor agresividad y capacidad de invasión local y a distancia. Requiere un manejo terapéutico individualizado.
Estadios del cáncer de tiroides:
Se utiliza la información recolectada por el médico para establecer el grado de alcance del cáncer, con el cual cual se puede evaluar estadísticamente la mejor opción de tratamiento para cada caso particular.
Factores de riesgo
Si bien cualquier persona puede desarrollar cáncer de tiroides, algunos factores aumentan el riesgo:
Sexo: Las mujeres tienen tres veces más probabilidades que los hombres de padecerlo.
Exposición a la radiación: Haber recibido radioterapia en la cabeza o el cuello durante la infancia, especialmente para tratar otros tumores, aumenta el riesgo en la adultez.
Antecedentes familiares: Tener familiares con cáncer de tiroides también es un factor de riesgo.
Ciertos síndromes genéticos: Algunos síndromes hereditarios, como la neoplasia endocrina múltiple, el síndrome de Cowden y la poliposis adenomatosa familiar, también incrementan el riesgo de desarrollar ciertos tipos de cáncer de tiroides.
Prevención
No existe una forma de prevenir el cáncer de tiroides. Sin embargo, hay algunas cosas que puede hacer para reducir su riesgo. Se recomienda que, si llega a sentir alguno de los síntomas mencionados, consulte a su médico para un examen profesional.
Diagnóstico / Detección
Actualmente contamos con herramientas que permiten diagnosticar el cáncer de tiroides con hasta 5 a 7 años de anticipación, lo que nos da tiempo para actuar y evitar problemas a largo plazo. El proceso de diagnóstico generalmente incluye:
Examen físico: El médico palpará tu cuello para detectar anomalías en la tiroides.
Análisis de sangre: Se miden los niveles de hormonas tiroideas para evaluar su correcto funcionamiento.
Ecografía de tiroides: Una prueba indolora que utiliza ondas sonoras para crear imágenes de la glándula y detectar posibles nódulos.
Ecografía especializada con mapeo: Un examen de alta resolución que crea un mapa detallado del cuello para localizar con precisión los hallazgos anormales.
Gammagrafía con yodo radioactivo: Evalúa la cantidad de yodo que absorbe la tiroides. Los nódulos cancerosos suelen absorber más yodo que el tejido sano.
PET scan: Se pueden realizar pruebas como tomografías por emisión de positrones (PET) para obtener imágenes más detalladas de la tiroides y los tejidos circundantes.
Biopsia: Si se encuentran nódulos sospechosos, se extrae una muestra de células para analizarlas en un laboratorio y determinar si son cancerosas.
Si se te diagnostica cáncer de tiroides, es posible que sientas que no sabes qué debes hacer. Esto es normal; cada persona encuentra su propia manera de enfrentar un diagnóstico de cáncer. Sin embargo, hasta que descubras qué es lo que funciona mejor para ti, prueba hacer lo siguiente. Infórmate todo lo que puedas para poder tomar decisiones sobre tu atención médica. Recibir un diagnóstico de cáncer puede causar temor, pero para tu tranquilidad, la mayoría de los casos de este tipo de cáncer se puede tratar.
Tratamiento
El tratamiento del cáncer de tiroides depende de varios factores, como el tipo y estadio del cáncer, la edad y la salud general del paciente. Es importante destacar que no todas las masas en la tiroides requieren tratamiento inmediato, especialmente si son benignas o de bajo grado. En estos casos, se puede optar por la vigilancia activa, lo que implica un seguimiento regular con pruebas y exámenes para monitorear la evolución del tumor.

Posterior a la cirugía, si se considera tuviste patología maligna, se puede recomendar controles dos veces o una vez al año incluyendo análisis de sangre o imágenes según el concepto del médico tratante.
Recuerda que esta es una información básica acerca de tu patología, siempre debes consultar con tu médico cirujano especializado en estos casos para salir de cualquier duda además de poder tener un manejo adecuado y oportuno.
¿Cómo lo tratamos en la Fundación Santa Fe de Bogotá?
Las opciones de tratamiento pueden incluir:
- Cirugía: La cirugía suele ser el primer paso en el tratamiento de la patología maligna de tiroides. En la mayoría de los casos, implica la extirpación de toda o parte de la glándula tiroides.
- Terapia con yodo radioactivo: Después de la cirugía, se puede administrar yodo radioactivo para destruir cualquier célula cancerosa restante que haya sido imperceptible a la vista del cirujano. Este tratamiento suele ser de una sola dosis y se da principalmente en tipos de cáncer diferenciados que corren el riesgo de ser malignos.
- Terapia hormonal: Cuando se realiza una cirugía de tiroidectomía parcial (se extirpa parte de la tiroides) usualmente no requiere de terapia hormonal ya que la tiroides restante suple la necesidad hormonal del cuerpo, de ser requeridas se ha visto que responden a bajas dosis
Cuando la tiroidectomía es total (se retira toda la glándula), el paciente deberá tomar hormonas tiroideas de por vida. Estas hormonas ayudan a regular el metabolismo y mantener el cuerpo funcionando correctamente.
- Manejo oncológico avanzado: (Quimioterapia, radioterapia u otros) No se utilizan de manera frecuente salvo en casos muy puntuales.

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