Neurodesarrollo de 0 a 12 meses
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Salud de la Fundación Santa Fe.
En la Fundación Santa Fe de Bogotá tenemos el compromiso de mantener saludable a su familia, potenciar sus habilidades, identificar oportunamente si presentan alteraciones en su desarrollo, estudiarlas y manejarlas para que sus hijos tengan una vida e inteligencia óptimos.
Se ha preguntado alguna vez:
¿Qué es la inteligencia?
¿De qué depende que mi hijo sea más inteligente?
¿Cómo puedo ayudar a que mi hijo sea más inteligente, fuerte y feliz?
La inteligencia se define como la facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad. Esto quiere decir que no depende únicamente de la capacidad intelectual y de la predisposición genética. También depende del ambiente externo y de su estabilidad emocional. Está demostrado científicamente los niños que se sienten amados serán más inteligentes y felices.
La adquisición natural de habilidades o destrezas observadas a medida que el niño crece y se desarrolla es conocida como hitos del desarrollo. Valorar periódicamente la adquisición de esas habilidades permite la detección precoz de signos de alarma que indiquen alteraciones en su desarrollo. Las personas que atienden a los niños y niñas deben conocer de manera más profunda cómo se da este proceso en las diferentes etapas para actuar oportunamente. La intervención temprana generalmente previene o disminuye el riesgo y severidad de presentar secuelas que afecten su infancia, adolescencia o adultez. (Video de bebé que nace, su desarrollo: camina, corre, y es adulto).
La salud de nuestros futuros hijos inicia desde antes de su concepción. Inicialmente los niños dependen 100% del cuidado y provisión de sus padres. Posteriormente, desde etapas muy tempranas de su gestación el feto inicia la formación de su sistema nervioso central y periférico (foto del sistema nervioso central y periférico).
Si la madre embarazada presenta alguna enfermedad no controlada como la diabetes o la desnutrición o se expone a algún factor de riesgo durante la gestación, esto puede generar una enfermedad debida al daño en la estructura o en la función de uno o varios órganos del niño en formación.
Síntomas
Es importante identificar el momento adecuado para realizar la valoración neurológica del niño. Es ideal el momento en el que esté despierto, sin irritabilidad por hambre o por sueño, en un ambiente cálido y tranquilo. Para facilitar el conocimiento en la adquisición de habilidades en este primer año de vida, dividiremos la observación del niño en cuatro procesos:
1. Motor grueso: se produce desde la cabeza hasta los pies. Se refiere a los cambios de posición del cuerpo y la capacidad de control que se tiene para mantener el equilibrio, la postura y el movimiento
2. Motor fino: se produce desde adentro hacia afuera y está relacionado con el uso de las partes individuales del cuerpo, lo cual requiere de la coordinación de varios sentidos.
3. Social: El desarrollo social tiene un proceso desde recién nacido hasta la adultez. El proceso está relacionado con las experiencias que debe afrontar con su entorno social y la manera de responder a ellas. Algunas áreas del cerebro están genéticamente programadas y para su activación requieren una estimulación específica en un período de tiempo determinado conocido como período sensible. Si el niño o la niña no reciben estímulos visuales y de lenguaje expresivo por sus cuidadores, si no crece en un ambiente con rutinas y hábitos constituidos, su desarrollo puede verse comprometido. Así mismo, es importante detectar cuando hay retroceso en algunas habilidades previamente logradas.
4. Sensorial: hace referencia a sus sentidos que le permiten relacionarse con el entorno. Su agudeza visual, auditiva, táctil, olfativa y gustativa.
5. El desarrollo del lenguaje inicialmente se manifiesta de manera gestual, con recepción por la vía visual y emisión a través de gestos o muecas faciales, manuales y del llanto con sus diferentes tonalidades e intensidades.
Se integran estos 4 procesos para lograr al año un gateo maduro, pararse, caminar, agarrar objetos, hacer pinza con la oposición del pulgar y el índice para sostener un lápiz, hablar, comprender instrucciones y tener una relación social con otras personas.
Recién nacido: Presenta reflejos primitivos que son respuestas motoras involuntarias originadas en el tronco cerebral desde su nacimiento hasta el primer trimestre en su mayoría. Su función está relacionada con la sobrevida del infante en cuanto a la protección, alimentación, adaptación y el mecanismo del nacimiento facilitando el paso por el canal vaginal. Dentro de los principales reflejos primitivos encontramos la succión, el reflejo de moro, sonrisa refleja, prehensión palmar y plantar entre otros. Se valora su tono que es la resistencia al movimiento pasivo ejercido por otra persona. Despertarse y pedir alimento. Moverse, sus tipos de llanto y calmarse al ser atendido.
Primer mes: En boca abajo eleva el mentón por encima de la superficie, sus manos y piernas ya no están tan flexionadas, inicia el seguimiento visual, grita fuerte cuando tiene hambre.
Segundo mes: Levanta más la cabeza por encima del nivel del suelo. Se la pasan mirando el techo, cuando ve una cara fija un instante la mirada, los dedos de sus manos están más extendidos. Emite sonidos guturales.
Tercer mes: Inicia a fijar la mirada, presenta sonrisa refleja, sostén cefálico, manos extendidas. Seguimiento visual en horizontal y en vertical. Emite las primeras cadenas de sílabas r-r-r.
Cuarto mes: En boca abajo se apoya en sus codos. Intenta darse la vuelta (rolados). Desaparece el moro. Tiene un agarre voluntario, se quita un trapito de la cabeza. Ríe sonoramente. Emite sonidos fricativos como explosivos gritos de alegría.
Quinto mes: Se quiere sentar, agarra con ambas manos. Menciona cadenas de sílabas da-da-da, te-te-te.
Sexto mes: En boca abajo se apoya en la palma de sus manos. Se sostiene sentado, inicia la extensión de manos a los lados cuando siente que se va a caer (defensas laterales). Parlotea cadenas de sílabas con intensidad y tono variables. Reacciona de manera diferente ante personas desconocidas.
Siete meses: En boca abajo se desplaza arrastrándose y ocasionalmente vuelve a quedar boca arriba.
Ocho meses: Es más estable en boca abajo, se arrastra. Susurra, reacciona alegremente al juego del escondite y “aquí etoy”.
9 meses: Al sostenerlo de pie, apoya toda la planta de los pies. Boca abajo levanta la cola y se arrastra apoyado en codos y barriga. Clara duplicación de sílabas ma-ma, pa-pa. Reacción de desconfianza ante un extraño.
10 meses: Boca abajo, se desplaza apoyando la palma de las manos. Se para con apoyo. Inicia a hacer la oposición del pulgar e índice (pinza). Cuando se le pregunta busca personas y objetos. Imitación clara y sonora de sílabas conocidas.
11 meses: Gateo incordiando, con la cola abajo. Agarra una pastica. Primeras sílabas con sentido. Toca con la yema de los dedos detalles de un objeto. Identifica partes de su cuerpo.
12 meses: Gateo firme y coordinado. Se sostiene parado con equilibrio permanente (hace solitos). Camina agarrado de objetos. Cumple órdenes sencillas, entrega a quien lo atiende un objeto que se le solicita con gentileza o palabras. Menciona sílabas con sentido.
Entender el desarrollo cerebral de los niños es importante para implementar estrategias que favorezcan la plasticidad cerebral y favorecer el desarrollo normal o lo más cercano posible a este cuando se ha presentado una alteración en su estructura o función. La plasticidad cerebral y neuronal se definen como la capacidad del sistema nervioso para cambiar su estructura, regenerarse anatómica y funcionalmente a lo largo de su vida, como adaptación a la diversidad del entorno y recuperarse de los daños y reestructurarse. Por esto es importante asistir periódicamente al control de su bebé y de encontrar una alteración en su desarrollo iniciar su estudio y rehabilitación con el mejor equipo médico, tecnológico y humano para tener óptimos resultados.
La prevención siempre será la base de nuestra estrategia. Asista al control médico antes de quedar embarazada para identificar alguna enfermedad que no esté controlada y posteriormente asista regularmente a sus controles prenatales.
Su salud y la de su familia son muy importantes para nuestra sociedad. Gracias por confiarnarnos su bienestar.
Factores de riesgo
Los factores que pueden afectar a la madre embarazada y producir enfermedades en sus hijos en desarrollo pueden ser de origen genético, ambiental o emocional.
Exposición a agentes físicos como la radiación ionizante (rayos x) o altas temperaturas (jacuzzi o sauna).
Exposición a agentes químicos como plaguicidas. Ingerir sustancias como el alcohol, marihuana, cocaína y heroína. Algunos medicamentos para el acné (isotretinoína), para prevenir convulsiones (carbamazepina, fenitoína), para prevenir los trombos (warfarina) o medicamentos para el cáncer.
Exposición a agentes infecciosos: Virus del zika, chicunguña, rubeola, varicela, herpes, sida y citomegalovirus. Bacterias como la sífilis. Parásitos como el toxoplasma relacionado con no lavarse las manos, comer carnes crudas, beber agua de la llave o consumir alimentos sin lavar.
Prematurez: Interrumpir el embarazo antes de llegar al término y nacer prematuramente puede alterar el curso de la formación y maduración de sus órganos.
Estrés materno como acoso o sobrecarga laboral, violencia intrafamiliar o la depresión.
Factores genéticos como tener un bebé con síndrome de Down entre otros síndromes con riesgo de tener retraso mental.
Los niños y las niñas desde su nacimiento son dependientes de sus cuidadores para poder satisfacer sus necesidades físicas, sociales y emocionales. Momentos como la alimentación, el baño, el juego, constituyen espacios relevantes para la construcción de relaciones de confianza que poco a poco ayudan a construir su autoestima y autonomía. Es fundamental que se dé una adecuada integración de estos factores para que las personas sean independientes y felices.
La valoración neurológica de los niños inicia evaluando su estado de conciencia. En los bebés se hace correlacionando la apertura espontanea de sus ojos, su respiración y sus movimientos simétricos y espontáneos. Un niño alerta tendrá sus ojos abiertos, respirará y se moverá normalmente. Un niño que al despertarlo o estimularlo activamente no abra los ojos, presente pausas en su respiración o ni siquiera retire un brazo ante estímulos dolorosos tendrá su conciencia alterada.

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Dr. Camilo Hernandez De Alba De Francisco

Dra. Giuliana Puccini Santamaria
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